Header image  
www.iaf-ifa.org  
  CONGRESS ::
   
 
Acuerdos del VII Congreso Anarquista Internacional (Besançon, 2004)

Punto 2: Análisis y evolución del movimiento libertario internacional

    El Congreso de la Internacional de Federaciones Anarquistas (IFA) reunido en Besançon reafirma que el anarquismo sigue siendo una respuesta actual y adecuada a los problemas sociales mundiales. El anarquismo, si quiere integrarse en su entorno, no debe olvidar que éste evoluciona constantemente con la realidad social y debe definir su estrategia de acción y su práctica de acuerdo con esta misma realidad. La opresión y la explotación no conocen fronteras: el problema social sólo puede resolverse a escala mundial. Por esta razón los anarquistas organizados se han dotado de un medio apropiado: la Internacional de Federaciones Anarquistas.
Consideramos unánimemente que la IFA no puede ser un fin en sí misma. Es un instrumento de coordinación para las luchas y, por esta razón, tiene que contribuir a federar al conjunto del movimiento anarquista internacional. El aumento de las adhesiones a la IFA, así como la aparición de nuevas realidades que ven con interés las propuestas de la IFA, son una señal de la vitalidad del anarquismo social y organizativo. La IFA es una organización federalista, cuya vitalidad reside en los grupos locales, cuyo desarrollo autónomo es garantía de libertad y de capacidad para desarrollar luchas eficaces sobre el terreno, donde cada uno traza el camino que considera más en consonancia con el crecimiento de la opción anarquista dentro del ámbito social en que trabaja. El impulso dado al anarquismo al surgir nuevos movimientos de lucha social y cultural ha producido, sin duda, un crecimiento tanto en la cantidad como en la capacidad de organizar iniciativas anarquistas, aunque esto no siempre se ha traducido en una claridad de objetivos y de prácticas libertarias. Eso demuestra la persistencia de grupos nihilistas carentes de proyecto político, así como la renovación de las prácticas reformistas y de colaboración con los organismos de dominación. Pensamos que las organizaciones anarquistas deben prefigurar la sociedad futura: no podemos dejar de criticar el principio de las mayorías y de su consecuencia, la lógica electoral, crítica que ha sido básica en el anarquismo desde su nacimiento en el Congreso de Saint-Imier en 1872. Reforzando nuestros lazos, los intercambios, nuestra cooperación con las diferentes organizaciones anarquistas, en el marco del pacto asociativo de nuestra Internacional, podemos construir un anarquismo social más en sintonía con el mundo contemporáneo.
Reafirmamos la importancia de desarrollar prácticas autogestionarias y horizontales alejadas de cualquier concepción vanguardista, ajena al anarquismo social y organizativo. La emancipación de los explotados y oprimidos será obra de ellos mismos. La coherencia entre medios y fines no es solamente una cuestión ética fundamental, también es el signo distintivo de una organización social libertaria.
Este análisis nos lleva a adoptar una actitud abierta y constructiva de la IFA hacia los componentes del movimiento anarquista mundial.

Punto 3: Análisis de la situación mundial

La guerra permanente como paradigma del dominio estatal y capitalista

    Hoy, la lógica del dominio y del lucro constata el enfrentamiento de todos los poderes entre sí, unidos sólo por la voluntad de empobrecer, humillar y masacrar a las clases bajas. Por lo demás, los mecanismos ideológicos de un tiempo -incluso el neoliberalismo imperante por todas partes- son relativamente secundarios ante el escenario de una feroz confrontación por el predominio mundial, donde los objetivos son la supervivencia inmediata y la anulación del enemigo a cualquier precio, llegando incluso a la destrucción de las posibilidades de vida en el planeta.     En estos últimos años hemos asistido a la confirmación del paradigma de la "guerra permanente". Enunciado tras los espectaculares atentados contra el pentágono y las Torres Gemelas, se ha perfeccionado en el período sucesivo definiendo un esquema que coloca la guerra como elemento constante del panorama político. El pretexto de la "guerra al terrorismo" se ha convertido en la llave maestra de una política belicista dirigida a imponer las razones del más fuerte en detrimento de las "reglas" del derecho internacional, llegando hasta las últimas consecuencias al desautorizar cualquier función residual de mediación de la ONU.     La guerra permanente, preventiva, global, no es más la última fórmula para asegurar el dominio del más fuerte, confirmando las "razones" de quien explota, esclaviza y oprime a la mayor parte de la población del planeta. Estas "razones" se definen en función de los espacios en juego, evidentes aunque desconocidos en el ámbito propagandístico. El principal es el control de las fuentes energéticas (no sólo petróleo; también agua y los minerales necesarios para las tecnologías de control de los satélites civiles y militares) y las vías de comunicación que garantizan el aprovisionamiento.
    El instrumento bélico empleado en las áreas cruciales para los intereses estadounidenses les garantiza una primacía, en el plano económico en Europa, Japón, Rusia, India y China que, por el contrario, no disponen ni de dispositivos bélicos ni de la autonomía necesaria para confrontar las pretensiones hegemónicas de Washington. En efecto, una posible clave para la comprensión de la escalada bélica de los últimos diez años pasa por la transformación de las ambiciones de los "aliados" históricos de EE UU entre los nada secundarios objetivos de la locura belicista de la administración norteamericana.
    Los países europeos han asumido en los últimos años el papel, cada vez más dificil y ambiguo, de "aliado-competidor" de los EE UU y de su política belicista. Carentes de fuerza bélica de choque y de capacidad de coordinación política eficaz, los países de la Unión Europea se debaten entre crear un polo militar y el acompañamiento, en clave de competencia, a la política belicista de EE UU. Aparece ridícula la pretensión propagandística del europeísmo democrático de construir un polo alternativo al imperialismo norteamericano.

De la guerra humanitaria a la guerra permanente

    El fin de la Guerra Fría ha representado un cambio importante, no sólo porque de un mundo bipolar se ha pasado a otro monopolar, sino porque se ha impuesto la obligación de redibujar la imagen del enemigo. En efecto, la disgregación del "imperio del mal" hace imposible ver al enemigo como alguien que amenaza tu existencia, capaz de desplegar una potencia bélica que provoque la destrucción del planeta y el fin de la especie humana. De las dos caractrísticas peculiares de la imagen del enemigo, ser malo y ser una amenaza directa, la segunda había disminuido ya que no parecía amenazar ningún peligro a la única superpotencia. No era posible para los EE UU y sus países aliados prefigurar la guerra como excusa defensiva contra una amenaza mortal. En esta perspectiva se rediseña progresivamente un nuevo paradigma bélico, una concepción renovada del papel y de la función de la maquinaria militar, que de ninguna otra forma se podría ver, si no exactamente desautorizada, sí redimensionada su función propia.     Se esboza así la lógica de la ingerencia humanitaria que, al chocar con el viejo principio de la no ingerencia en los asuntos internos de un país, curiosamente lo arrincona. De manera que la ingerencia humanitaria se convierte en la coartada perfecta, siempre disponible aunque nunca definida de modo preciso en el derecho internacional. A la ingerencia humanitaria que se invoca para justificar la guerra en Kosovo sirve de contrapunto la aplicación del principio de la no ingerencia en los asuntos internos para casos como la masacre de Chechenia o la guerra contra la población kurda, por no hablar del cada vez más cruel conflicto de Palestina e Israel. El paradigma de la "guerra humanitaria" hace resurgir el tema de la guerra "justa", la guerra desencadenada para imponer una verdad, un orden, una visión del mundo. Una guerra sucia porque su coartada son las víctimas y los refugiados entre la población civil y porque tal coartada exige cada vez más personas asesinadas, torturadas, violadas, cada vez más gente sin hogar y sin esperanza, peones atónitos de una partida decidida lejos.     Este esquema era todavía escasamente útil porque la necesaria motivación para cosechar el consenso entre la población de los países occidentales, particularmente la estadounidense, para la realización de empresas bélicas "humanitarias" encontraba limitaciones por el fracaso evidente de los objetivos declarados del conflicto.
    La guerra "humanitaria" ha mostrado con pruebas fehacientes ser un perverso mecanismo que acentúa los males que pretende curar, poniendo en escena un drama real, en el que el dolor, la sangre y la destrucción son la escenografía obscena que esconde a los ojos de los espectadores lo que hay detrás del escenario, el espacio oscuro tras las bambalinas del espectáculo.     El 11 de Septiembre representó la ocasión, poco importa si directamente favorecida o indignamente explotada, para ejecutar el salto cualitativo necesario que diera alas a la vocación imperialista de los EE UU, siempre decididos a arrojar sobre la balanza de las relaciones internacionales su indiscutible superioridad militar. Viene nuevamente rediseñada la imagen del enemigo: malo, incluso malísimo, y con posibilidades de golpear directa y gravemente el territorio de los Estados Unidos y el de sus aliados. No coincide con una organización estatal, pero tiene posibilidades de infiltrar, dirigir, contaminar y aliarse con todos los Estados que no estén dispuestos a aceptar el liderazgo de los EE UU. Tal enemigo abre la puerta de la guerra permanente contra los Estados considerados "perversos" y contra quienes, incluso desde el interior, amenazan el orden mundial. Este enemigo asume la imagen del integrismo islámico. El integrismo islámico permite redimensionar, según la clásica contraposición amigo-enemigo, el concepto de civilización occidental. Es un concepto "vacío" que se define por oposición, ya que carece de sentido e identidad propios. Cristaliza de hecho en torno al cristianismo conservador tanto católico como protestante, al liberalismo más nihilista, a todas las formas tradicionales de nacionalismo, racismo, populismo y cultura democrática.     En esta guerra, que en su versión más reciente puede ser incluso "preventiva", el enemigo no debe "demostrar" con los hechos su propia naturaleza perversa, sino que debe ser combatido porque "es" perverso. La cuestión en torno a la que se ha construido la "justificación" del ataque a Iraq es en ese sentido ejemplar. La presunta posesión de armas de destrucción masiva se convierte en razón suficiente para que se desencadene la guerra. El desequilibrio entre quien ataca (y seguramente posee armas de destrucción masiva) y quien es atacado se lleva al terreno de la "guerra justa", que se hace porque el enemigo es malo y, potencialmente, peligroso. Es malo y, por ello, aliado natural del terrorismo que mata a mujeres, niños, personas indefensas. Poco importa que la misma definición se pueda aplicar a la política de EE UU y sus aliados. ¿Acaso no es el objetivo de la guerra instaurar el terror entre la población del Estado enemigo para debilitar la resistencia? La naturaleza inmoral de la guerra nos recuerda la naturaleza inmoral de los Estados y la imposibilidad de pensar en un orden realmente justo del mundo simplemente reformando la estructura.

Guerra externa y guerra interna

    El paradigma de la "guerra permanente" provoca víctimas no sólo entre la población de los Estados "perversos" de turno, sino también entre los opositores al orden constituido. Los pacifistas, los antimilitaristas, los trabajadores en lucha, los antirracistas, son equiparados con los terroristas en una operación propagandística que recuerda de cerca las acusaciones de "colaboracionismo" con el enemigo promulgadas el siglo pasado contra quienes no aceptasen la lógica de la guerra, del militarismo, de los Estados.
    En Estados Unidos la promulgación de la Patriot Act (que ha permitido la detención extrajudicial de simples sospechosos, aparte de una militarización de la vida social americana) es el signo inequívoco de que la política de guerra infinita acaba impregnando incluso al corazón mismo de la mayor potencia.
    Las políticas preventivas de los últimos años han visto crecer a escala mundial las medidas represivas en el ámbito del "frente interno", que se traduce en la disciplina forzada de los trabajadores, indigentes e inmigrantes y en el enmudecimiento de toda oposición.

Guerra interna

Los términos de la guerra interna han cambiado como resultado de la desintegración del comunismo soviético. La desaparición de una "alternativa" al capitalismo privado permite al Estado presentar al capitalismo como único camino para el futuro, con la consiguiente minimización de la amenaza de revuelta popular. El capitalismo, siempre con el apoyo de los Estados, ha empezado un ataque progresivo a las modestas conquistas de los trabajadores que caracterizaban el modelo socialdemócrata. El thacherismo y el reaganismo deliberadamente atacaron estas conquistas, y esto se transformó en un síntoma permanente del sistema tras la caída del régimen soviético. La ofensiva neoliberal se desencadena en muchos frentes. La precarización de las relaciones laborales ha destruido la relación estable de los trabajadores que permitía el desarrollo de formas colectivas de autoorganización y de lucha. Con el pretexto de la modernización y de los gastos, sectores tradicionalmente sustraidos a la lógica capitalista fueron abiertos a la explotación. La salud, la educación, los transportes, las comunicaciones, en general los servicios públicos, empezaron a ser privatizados. La reacción a este frente abierto por el capital contra la humanidad ha provocado una gran respuesta a nivel global de la clase trabajadora, con un incremento general de las huelgas y de las luchas. El movimiento anarquista ha estado siempre presente en estas luchas y su influencia se refuerza manteniendo vivas las iniciativas y aclarando la naturaleza global del proceso en curso. Nuestra resistencia debe ser tan global como es el capital.     Guerra interna y guerra externa tienen un mismo frente y son entabladas con la misma determinación y ferocidad. La militarización de la vida social a través de procedimientos que trasgreden los límites de la "normalidad" democrática, sin excesivas repercusiones en el ámbito de la conflictividad interna, ha sido posible gracias a la gigantesca operación de anestesia detonada por el "brote" terrorista. El miedo representa un potente vector que favorece la criminalización de toda forma de efervescencia social, por pequeña que sea. Los recientes paquetes de medidas preventivas aprobados en Francia y Gran Bretaña representan un claro ejemplo, del que hace de oportuno contrapeso la equiparación entre terrorismo y luchas sociales desarrolladas en diferentes países hace tiempo.

Globalización de las luchas

La mal llamada globalización económica es sólo una fase más del capitalismo que intenta extender sus tentáculos de explotación y hacerlo de manera más eficaz a nivel planetario.
Para nosotros globalización debe significar una extensión de la lucha de clases a todos los rincones del mundo.
Dentro del movimiento antiglobalización, como viene expuesto por los medios de comunicación de masas, se encuentran integrados, entre otros, grupos reformistas, cristianos, marxistas, socialdemócratas... que en muchas ocasiones colaboran con el capitalismo. Son los mismos grupos que trabajan para desarrollar el capitalismo en el Tercer Mundo. Así encontramos a socialdemócratas, a católicos y a otros grupos reformistas entrando en comunidades del llamado Tercer Mundo, encaminándoles hacia la destrucción de su identidad y de sus medios económicos de autoabastecimiento. La consecuente emigración de las comunidades autóctonas más pobres hace que sirvan de mano de obra barata en el mercado de trabajo del Primer Mundo. Un mundo en el que a los inmigrantes les es negada cualquier libertad y dignidad humana porque la falta de documentos les convierte en clandestinos. Frente a esto la IFA debe confirmar su identidad y mantener sus propios objetivos: autogestión generalizada de la sociedad, abolición de la propiedad privada y construcción de una sociedad anarquista. Es por ello importante apoyar los movimientos anarquistas de los países pobres, abriendo canales de comunicación y conocimiento como primer paso para un más amplio enraizamiento del anarquismo.

Medio ambiente

La producción capitalista ha desembocado en una declaración de guerra a la vida misma, una guerra que amenaza al planeta entero. Hay dos áreas principales alrededor de las cuales el movimiento anarquista debe movilizarse: Primeramente, el pirateo de los recursos, la contaminación y la destrucción del medio ambiente fruto de un modo de producción que sólo ve los beneficios e ignora el hecho de que el ser humano forma parte del medio ambiente y no está separado de él. Después de todo nadie puede comer o respirar dinero.
El segundo aspecto es el desarrollo tecnológico en la línea de servidumbre del poder. Tecnología nuclear tanto militar como civil, nos destruyen con una lenta muerte radioactiva o una total aniquilación. El reciente desarrollo de la ingeniería genética está colonizando la vida y saqueando el conocimiento tradicional.
El esfuerzo anarquista está junto a las poblaciones que luchan contra la devastación ambiental.

Religión y orden moral

Como anarquistas nos oponemos con fuerza a cualquier forma institucionalizada de creencias por ser una forma jerárquica y autoritaria que impone sus preceptos morales a las personas. Pretendiendo encarnar un inexistente monopolio sobre los valores morales, las religiones intentan interferir sutilmente en la vida privada de las personas. Las religiones debilitan la autonomía de los individuos, negando su capacidad de resolver de manera directa sus propios problemas: quien cree en un paraíso que vendrá no hace nada para mejorar sus condiciones de vida aquí y ahora.
Se siguen pruduciendo guerras en nombre de un dios, ocultando los objetivos de dominio y conquista, muy evidentes en la estrecha ligazón entre las iglesias y los Estados.
Como anarquistas continuamos luchando contra todas las religiones, ya sea la cristiana, islámica u otra. Como anarquistas tenemos gran respeto por todas las creencias personales pero nos oponemos a cualquier fe religiosa, a su base filosófica y luchamos contra cualquier forma de organización jerárquica.
Hoy nos encontramos con integrismos religiosos, ataques a las libertades individuales, de modo especial a los derechos de las mujeres y de las minorías sexuales que están siendo devorados por normas familiares y religiosas que coaccionan al ser humano en el ámbito privado, llevándole a tomar una actitud conformista. Estos ataques provienen incluso de sectores que se autodefinen como laicos.
Esta situación favorece el patriarcado, al que los anarquistas se oponen como a cualquier otra forma de dominio.

Puntos 4 y 5: Estrategia de desarrollo e instrumentos de trabajo de la IFA

    Se invita a los grupos a reunirse con otras federaciones de su entorno geográfico cuantas veces estimen conveniente para debatir de todos los temas que consideren oportuno.
    En el futuro puede ser recomendable que se celebren reuniones continentales, en las que las federaciones de fuera de la Unión Europea traten los temas que consideren relevantes en su área.     En cada congreso se deberá dedicar un tiempo a cuestiones de género, en la forma que se decida en cada ocasión, entre quienes se interesen por este tema.     Es importante potenciar la CRIFA, formada por delegados de cada federación, que debe apoyar el trabajo del Secretariado y que representa el auténtico motor de la actividad coordinadora de la IFA. En este sentido está prevista una subdivisión de tareas en el interior de la CRIFA, para permitir una mayor funcionalidad en los organismos de trabajo de la Internacional.

Propaganda y comunicación

    Se propone la creación de un grupo de trabajo, compuesto por miembros de cada federación, que se encargue de mejorar la página web existente para que incluya:
-Un foro de discusión accesible unicamente a los miembros de la IFA, en el que las federaciones puedan comunicarse entre sí. -Una parte abierta, en la que las federaciones pongan el material que quieran hacer público, en su lengua específica.     La comunicación entre federaciones debe ser reforzada con modalidades horizontales de comunicación. Para ello se recomienda el uso del correo electrónico y se solicita a las federaciones y grupos que todavía no tengan dirección de correo electrónico, que la consigan. Además proponemos reactivar la lista de correo electrónico de la IFA, actualmente infrautilizada, solicitando a todos los grupos que pongan su dirección electrónica en conocimiento del Secretariado. Si en el futuro hiciera falta, se discutirá sobre las restricciones de esta lista, pero de momento no se estima necesario.
    Las federaciones se comprometen a intercambiar los datos de los contactos que tienen con grupos de países donde no existe federación adherida a la IFA. De igual forma, toda la comunicación procedente de fuera de la IFA debe ser comunicada a las federaciones adheridas por medio del Secretariado.     Se pide a las federaciones que tengan un encargado de mantener la comunicación por correo electrónico con los demás miembros de la Internacional.
    Se pide a las federaciones que redacten informes anuales con sus actividades y la situación del movimiento en su ámbito de actuación.     También se pide que contribuyan al debate con un artículo sobre un tema que la CRIFA establecerá anualmente.
Estos artículos e informes se publicarán en la página web. También en la misma página se podrán descargar en formato PDF para su publicación en la revista Anarhiisto debato (en esperanto "debate anarquista"). Esta revista será traducida por cada federación a su propio idioma, impresa y distribuida. De esta manera se dispondrá de una revista internacional que recoja artículos e informes, con el mismo contenido y la misma presentación, publicada en cada uno de los idiomas de los diferentes países. Para las federaciones que no puedan costear la revista, la IFA deberá aportar los medios económicos.
La Federación Anarquista británica propondrá un folleto para explicar la actividad de la IFA. Una vez que el texto sea aprobado por la CRIFA, el grupo de trabajo de la página web lo hará disponible, en formato PDF, para que las federaciones puedan descargarlo, tradudirlo, imprimirlo y usarlo en los eventos internacionales.
Como parte de la propaganda se elaborará un texto de carácter antimilitarista firmado por la IFA. El texto propuesto es: "Jornada antimilitarista internacional. Todas las guerras contra nosotros, nosotros contra todas las guerras. Contra todos los ejércitos, por la deserción. Contra todas las fronteras, por la libertad de circulación de las personas. Contra todos los nacionalismos, por la solidaridad entre los oprimidos. Contra la devastación social capitalista, por la autogestión y la igualdad. Contra todas las religiones, por el libre pensamiento. Contra la explotación y la represión globales, por la globalización de la libertad." Se recomienda a las federaciones que en la propaganda se haga referencia a los aspectos positivos del anarquismo, y no sólo a aquellos contra los que nos oponemos.
Por último, se sugiere que las federaciones se relacionen según sus afinidades para mantener un contacto más estrecho.

Eventos internacionales

    Se sugiere la organización de un día internacional de acción anarquista, en el que las federaciones lleven a cabo acciones descentralizadas sobre un tema común.
    El tema y la fecha se elegirán anualmente por la CRIFA. Los temas propuestos son: el antimilitarismo, las fronteras, la ampliación de la Unión Europea, la lucha contra la represión y el patriarcado.     Ya que se está trabajando en un cartel antimilitarista, sugerimos que éste sea el tema del primer día, y proponemos la fecha del 18 de marzo (aniversario de las Comunas de París y de Kronstadt) como fecha en la que el ejército masacró a los trabajadores. La propaganda para este día se puede hacer utilizando el cartel propuesto.     La Federación Anarquista británica propone una gira de encuentros en Europa del Este en la que se presente el anarquismo como alternativa al capitalismo y al marxismo, contando con la experiencia de federaciones más asentadas, como la francófona, la ibérica, etc.