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Venezuela, elecciones 2006: hablan l@s anarquistas
 
Desde la Comisión de Relaciones Anarquistas y su vocero El Libertario, difundimos tres textos en los que se expresa publicamente nuestra perspectiva sobre los comicios presidenciales venezolanos del 3 de diciembre de 2006.
 
   * - Llamado y alerta a la Opinión Pública
 
Un grupo de activistas de tendencias críticas hemos asumido y considerado la necesidad de un llamado de alerta a las fuerzas populares, obreras, indígenas, afrovenezolanas, estudiantiles, femeninas, vecinales, intelectuales y sociales, ante la presente coyuntura.
 
Sostenemos que las dos opciones publicitadas por el orden establecido,  tanto Chávez como Rosales, representan la dominación del poder financiero y del imperio sobre Venezuela y presentan un cuadro de sobreexplotación, desempleo y exclusión social además del fortalecimiento del gran capital.
 
A ocho años de “revolución” o del llamado proceso, encontramos que hay una miseria social producto de la consolidación del Estado y de la destrucción y mediatización de los colectivos sociales. El régimen político degeneró en los últimos años en una entrega completa al capital transnacional por parte del gobierno chavista, de lo cual Rosales y la oposición se desentienden.
 
El juego establecido consiste en que frente a las reformas limitadas y superficiales de la actual administración, impulsada por la izquierda estalinista afín al capitalismo de Estado, la oposición hace ver que tales medidas son comunistas cuando en la realidad forman parte de la dinámica del capitalismo globalizado. Ha sido una gestión con pago puntual de la deuda externa, cesión de la plataforma deltana, el gas de Falcón así como la depredación ambiental (Imataca, Perijá y Paria), destrucción del aparato industrial en beneficio de una economía de puertos, hegemonía y crecimiento del segmento comercial, especulativo y financiero y generación de flexibilización laboral y exclusión social.
 
El discurso ideológico del Estado es arrollador y hegemónico y ha logrado bloquear a las fuerzas críticas silenciadas incluso mediante el soborno y el clientelismo con una forma de pensamiento único camino al totalitarismo. Hay una desarticulación de los movimientos sociales mientras el poder de las camarillas se ha incrementado.
 
Asimismo, hay un ejercicio del militarismo más directo cuando los altos cuadros del sector público están en manos de la fuerza armada. El imaginario popular ha sido canalizado por la ficción cívico-militar, la arbitrariedad es la actitud habitual y las acciones del sector castrense nada tienen que envidiarle al pasado como la ecuación El Amparo=La Paragua. En consecuencia, el puntochavismo es la reproducción del puntofijismo demostrado a través de la corrupción e impunidad.
 
Con base en las anteriores apreciaciones hacemos un llamado a los aborígenes, campesinos, estudiantes, profesores, intelectuales, obreros, mujeres, afrovenezolanos, vecinos, redes sociales y a la gente en general a abstenerse de votar porque no existe ningún cambio sustancial, lo real es la democracia representativa basada en el populismo y la oposición no simboliza nada distinto sino un sector atrasado anclado como el chavismo en la guerra fría.
 
Este llamado a la abstención no está basado en el problema del fraude, el cual no negamos, ni coincide con el abstencionismo oportunista predicado ahora por algunos factores del pasado. Los cambios requeridos jamás se darán por la vía electoral sino producto de la iniciativa autónoma de los movimientos sociales. La grave crisis social, económica y cultural padecida por Venezuela no tiene una respuesta en el ámbito electoral el cual banaliza y liquida toda clase de luchas.
 
Este alerta lo efectuamos para que todos los agentes y sectores de cambio social se organicen y promuevan la abstención en forma activa mediante su propia lucha sin mesianismos ni burocracias autoritarias para demostrarles al andamiaje de poder reinante que es ineficaz y antidemocrático. Sólo el derrumbe del esquema existente es la única garantía de transformación. De lo contrario alertamos el aumento de las prácticas represivas en el futuro inmediato en el marco de una agudización de la crisis estructural del país.
 
Frente al Estado burgués y genocida de los cuarenta años expresado en la candidatura de Manuel Rosales, la alternativa no puede ser el apoyo a un Estado totalitario representado por la de Hugo Chávez.
 
   * - Despolarización y autonomía, retos de los movimientos sociales en Venezuela tras el 3-D
 
Rafael Uzcátegui (El Libertario)
uzcategui.rafael@gmail.com
 
Visualizar lo que sucederá con los movimientos sociales en Venezuela tras la cita electoral del 3 de diciembre –en donde todo apunta a la re-elección del presidente Chávez-, no puede realizarse sin entender, aunque sea a grandes rasgos, su propio devenir histórico. En la segunda mitad de los 80´s, y catalizado por la crisis económica posterior al "viernes negro", nuevas formas de organización y reivindicación comenzaron a desarrollarse en el país caribeño: el movimiento estudiantil y de vecinos, de mujeres, contraculturas, ecologistas y de derechos humanos. Subjetividades que si bien tenían a la izquierda como referencia, no respondían mecánicamente a los esquemas organizativos guevaristas-leninistas que reivindicaban la herencia de la insurrección armada de los 60´s. El "Caracazo" (febrero de 1989), como expresión del creciente malestar, configura entonces el inicio de una sociedad civil tanto ajena a los partidos políticos tradicionales, redes clientelares del Estado como a los programas de los partidos políticos de izquierda. La efervescencia posterior redifica un tejido social compuesto por infinitas iniciativas sociopolíticas, con diferentes y crecientes niveles de articulación entre sí, la cual protagonizó las movilizaciones contra el gran objetivo de la época: la salida de Carlos Andrés Pérez del poder.
 
El movimiento originario de Chávez logra superponerse a esta dinámica y darle un rostro al descontento, legitimándose en las urnas en 1999 al capitalizar la extendida voluntad de cambio que cruzaba el país, pero también revitalizando la matriz populista, caudillesca y estatista que forma parte del acervo histórico venezolano. La imposición de un modelo personalista de dominación tenía como precondición la desarticulación de las dinámicas ciudadanas que permitieron su llegada al poder. Esto fue facilitado, entre múltiples razones, por la polarización impuesta por las élites en pugna: aquellas proscritas del poder, que representaban los sectores productivos tradicionales, y la nueva burocracia "de izquierda", legitimando los intereses de los sectores álgidos de la globalización económica en el país.
 
De esta manera tenemos que el tejido social tras 1999 es fragmentado (movimiento vecinal, estudiantil y ecologista), neutralizado (derechos humanos) y cooptado (indígenas, mujeres, contraculturas) por las expectativas creadas por un gobierno retóricamente de izquierda. Este ha promovido, en su lugar, expresiones de organización popular sin autonomía dentro de una renovada red clientelar, en medio de una de las mayores bonanzas económicas vividas por los altos precios petroleros.
Estas iniciativas populares, tuteladas desde arriba, poseen varios elementos que las caracterizan de otros movimientos sociales:
(1) La solidaridad vertical suplanta a la solidaridad intra-clase: Las movilizaciones responden a una agenda política impuesta por la cúpula, siendo casi inexistentes sus  propias convocatorias o actos de solidaridad cuando otras partes del movimiento son reprimidas por las instituciones.
(2) Una identidad permeada por el culto a la personalidad y la ausencia de una historicidad y argumentación diferente de la originada por la figura de poder, lo cual impide cualquier hipotética "profundización de la revolución".
(3) El objetivo de su práctica es legitimar los proyectos gubernamentales, sin ningún proceso de construcción paralelo o diferente
(4) Un desgaste progresivo por su incorporación a la lógica acumulativa político-electoral
 
El incumplimiento de las expectativas generadas por el chavismo ha aumentado exponencialmente las protestas populares durante el 2006, lo cual continuará incrementándose el año que viene. Pero es precisamente el chantaje de la polarización –"darle armas a la derecha", "manipuladas por el imperialismo"- la cual contiene el creciente descontento frente a un Estado que ni se transformó en el momento en que pudo hacerlo, ni cuya nueva burocracia realiza políticas diferentes al asistencialismo populista latinoamericano.
 
Los retos para los movimientos sociales, tras la hipotética re-elección presidencial, no son sólo de orden práctico, como puede ser su configuración autónoma o la experimentación de prácticas y espacios diversos de aprendizaje y contrahegemonía. También son de orden teórico.   La superación del maniqueísmo imperialista, centrado exclusivamente en la figura de George Bush, supondría la comprensión de las dinámicas múltiples del flujo de dinero y poder de la mundialización del dinero. Y han sido precisamente los movimientos sociales, de ambos polos, quienes han internalizado la disciplina de ser un país exportador de energía barata, a despecho de cualquier consideración ambientalista, profundizando el papel asignado a Venezuela por la globalización económica. Pero si nos atenemos a los eventos de los últimos meses –acciones contra el carbón en el Zulia, protestas de los vendedores informales en Caracas y de los pescadores artesanales de Güiria- y cómo han sido enfrentados y criminalizados por las propias bases chavistas, el horizonte parece avizorar un largo período de conflictividad entre oprimidos: unos tratando de protestar por algunas mejoras estructurales, y otros enfrentándolos para escalar posiciones dentro de la jerarquía de afectos del personalismo de Estado.    
 
   * - 11 razones para no votar en las elecciones del 3-D
 
(...y sin hacer ninguna concesión al abstencionismo oportunista de Acción Democrática)
 
1) Chávez y Rosales significan la continuación y no la ruptura de la tradición política venezolana. Representan, en tiempos de globalización económica y tecnológica, variantes de la matriz estatista, caudillesca y populista que dominó en el país durante el siglo XX.
 
2) Chávez y Rosales no representan a la mayor minoría de los venezolanos: ese porcentaje de la población que según todas las encuestas y los anteriores resultados electorales no se identifica con ninguno de los dos.  
 
3) Chávez y Rosales basan su estrategia política en los apoyos aluvionales a su carisma y la subordinación absoluta a su persona, negando en la práctica la diversidad, pluralidad y tolerancia democrática que en sus discursos dicen defender.
 
4) Los discursos de Chávez y Rosales son un insulto a la inteligencia de los venezolanos y venezolanas
 
5) Chávez y Rosales se favorecen, mantienen y promueven el chantaje de la polarización política y la lógica de "conmigo o contra mí".
 
6) Los programas de gobierno de ambos candidatos son improvisaciones demagógicas electorales basadas en los altos precios petroleros. Su hipotética aplicación no modificará los problemas complejos y estructurales del país, ni la reducción significativa de la pobreza y la inseguridad.   
 
7) La campaña electoral de ambos candidatos y la práctica política previa que las avala, no ha hecho referencia al respeto de los derechos humanos, el medio ambiente, la protección de las minorías y el aumento integral del nivel de vida de la población; basándose casi exclusivamente en la intensidad y universalidad del asistencialismo tradicional del populismo latinoamericano.
 
8) La ausencia de amplios movimientos sociales autónomos y beligerantes, con una agenda política propia e insobornable, condena al próximo gobierno a ser una colección de imposturas del centro de poder.  
 
9) Los gobiernos de Chávez y Rosales han dejado impune los actos de corrupción y el evidente enriquecimiento realizado por sus funcionarios
 
10) Negarse a escoger por lo "menos malo" reivindica nuestro derecho a la alteridad: ser otros, ser diferentes, desear otra alternativa, aquí y ahora.
 
11) Bien sea "la amenaza castro-comunista" o "la invasión imperialista", Chávez y Rosales intentan capitalizar políticamente el miedo azuzando explicaciones histéricas sobre el futuro del país, sin ellos en el poder, a través de los medios de comunicación a su alcance. 
 
Ningún chantaje más: No votar, rechazar por igual al triste pasado y al demagógico presente, es una apuesta por el futuro.
 
[Texto en permanente construcción. Si estas de acuerdo, adjúntale tus propias razones y envíalo a tus conocidos y conocidas.]